El cuidado de la palabra en las Terapias HolÃsticas
16 de mayo de 2025
El auge de las terapias holÃsticas nos lleva necesariamente a revisar el sentido y la connotación de ciertas palabras que usamos en cÃrculos de mujeres, talleres, u otros dispositivos.
A fin de hacer un pequeño recorte analizaré tres (3) de ellas. El mismo no es arbitrario sino que coincide con el mayor uso y el gran impacto que pueden generar en los/as consultantes sobre todo cuando se asocian con atributos y conductas mágicas.
La palabra “Sanación” o el verbo “Sanar”, son de las palabras más difundidas sin lugar a dudas. Intentaré en este artÃculo hacer una aproximación de lo que implican las mismas. La sanación es un proceso sumamente profundo que implica muchas veces volver a gestarnos, revisar y validar nuestras heridas de infancia y las heridas que hemos acumulado a lo largo del tiempo. Volver a mirar al niño o la niña que fuimos, a encontrarnos con ese dolor que tenemos adentro (sin re victimizarnos) a fin de comenzar otra parte del proceso que implica, resignificar las heridas e integrar el dolor para aliviarlo, maternarnos, sostenernos, cuidarnos, para poder transitar el presente. Sanar no es ignorar, negar, ni olvidar, es reconocer que vamos a caminar con nuestras heridas o más bien con las cicatrices que éstas nos dejaron, porque como dice la Ps. Fanny Poblete “la piel del alma nunca vuelve a ser la misma”.
En otras palabras, el o la facilitadora y el o la consultante deben tener claro que no vamos a cambiar lo que hemos sufrido, lo que vamos a hacer es darle lugar dentro de nuestra historia, vamos a aliviar lo vivido para poder transitar el presente revisando los recursos que sà tenemos, las múltiples posibilidades que sà tenemos, asumiendo que vamos a caminar toda la vida con estas heridas porque las heridas del alma no son como una gripe que podamos curar o sanar.
El peligro asociado a un uso “liviano” de estos conceptos es que muchos/as consultantes recurren a los espacios holÃsticos a fin de “sanar” suponiendo que se trata de un episodio definitivo y completo, que como ya expresé está lejos de serlo, y luego pueden verse muy frustrados/as. Pero, el mayor riesgo de este uso consiste en que, además, se pueden reactivar o detonar algunas de las heridas por las que consultaron o por la que participaron de la experiencia, provocando un dolor estéril, una re victimización que no ayuda a sanar sino solamente a sacarle la cascarita a la herida. De esta manera, el espacio que se generó a fin de “sanar” no es parte de un proceso de ampliación de conciencia e integración sino que pasa a aumentar las experiencias de dolor.
La segunda palabra que quiero abordar es la palabra “Soltar”. Esta puede resultar una palabra muy dolorosa si la utilizamos en procesos de duelo, ya que en las terapias holÃsticas muchas veces está asociada a “dejar ir” y bien sabemos que un duelo es un proceso, que no se puede “soltar” a un ser amado, que ese ser que partió estará siempre en el corazón de nosotros/as porque además y, precisamente, nosotros/as no elegimos que esa persona partiera.
AsÃ, “soltar” pasará a estar dentro de las palabras que debemos usar con extremo cuidado. De hacerlo debemos ligarla o vincularla a liberar emociones, a darnos permiso para expresar las tristezas, a predisponernos a no controlar todo, a no aferrarnos a bienes materiales en el caso de un divorcio por ejemplo. O sea, podemos decir que se puede “soltar” o no reprimir (sin dañar a otros/as) lo que sentimos o bien se puede “soltar” lo que no implica un compromiso profundo con nuestro ser. Lo demás son procesos complejos y difÃciles en los que necesitamos acompañamiento terapéutico sistemático, ya que sin estos espacios, la mayor parte de las veces- por no decir la totalidad de las veces-, no es posible seguir de pie.
Considero pertinente que sigamos profundizando acerca del uso de estas palabras ya que transitamos un época que en muy fácilmente se nos invita a “soltar el pasado”, “vivir el presente” y “fluir con la vida”. De ahÃ, nuestra responsabilidad como facilitadores/as holÃsticas de ser claros/as a la hora de usar una herramienta con nuestros/as consultantes y aclarar que lo que estamos poniendo a disposición es eso, una herramienta, una experiencia que coadyuva en un proceso más integral, más amplio y que muchas veces hay que profundizarlo.
El tercer planteo está vinculado a la palabra “Perdonar”, una palabra que se puede vincular con la anterior que analicé. Esta palabra tiene mucho peso desde la concepción cristiana y está bastante lejos de poder materializar cualquier ser humano común ya que quien perdona es Dios, siguiendo esta lÃnea argumentativa.
Muchas corrientes coinciden en vincular el perdón a la aceptación. Considero la aceptación es un paso importante para el reconocimiento de lo que nos genera dolor, en tanto que si lo acepto estoy validando ese dolor. Ahora bien, esta aceptación no implica resignación y mucho menos culpabilización, sólo reconocimiento de lo que nos toca transitar en esta vida. En este sentido es que refiero a que “soltar” y “perdonar” pueden vincularse.
Mi reflexión en este punto es que como facilitadores/as holÃsticos es ese el atributo que podemos darle a estas palabras, no podemos forzar a nuestros/as consultantes a perdonar en el sentido cristiano a un violador, a un abusador o un genocida. Tampoco se trata de olvidar, “soltar” o justificar el daño que nos hicieron, ni reconciliarnos con la persona que nos causó el daño.
La propuesta desde nuestro lugar serÃa entonces, nuevamente, que los/as participantes o consultantes puedan expresar y explorar sus emociones, pensamientos y experiencias, revisar desde qué lugar se paran en la vida, resignificar lo vivido para liberar sentimientos de angustia o de tristeza (una vez más, sin re victimizar), asumir la cicatriz, darle lugar en nuestra historia, entendiendo que como dice la Ps. Social Natalia Bellosi que: “lo que dolió no me rompió” y “que mientras vivamos podemos darle otra forma a nuestra historia para construir nuevos puentes entre la historia dolorosa y la vida que queremos llevar.”
Para finalizar, quiero expresar mi intento interpelar e interpelarnos acerca del uso del lenguaje en las Terapias HolÃsticas para que la palabra sea un potenciador de bienestar y no una fuente que genere situaciones que vulneren aún más a quienes se acercan a nuestros espacios.
Una pedagogÃa del cuidado tiende a respetar la historia y los procesos de cada uno/a, validarla, integrarla y resignificarla poniendo especial atención en las palabras que usamos, cómo las usamos y en qué momento/situación las usamos, siendo estas las tareas prioritarias y esenciales de un/a Facilitador/a HolÃstico/a.