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Noticiar | La precarización laboral de los jóvenes

La precarización laboral de los jóvenes


11 de julio de 2025

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Agustín Balladares

Dirigente peronista, presidente del Concejo Deliberante de Lanús

“No se construye un país con laburantes sin derechos, y mucho menos dejando a los jóvenes afuera”, dice el autor y detalla el amargo panorama social que enfrenta la juventud para ganarse un lugar.


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En la Argentina de hoy, ser joven y laburar es sinónimo de precarización, sueldos de miseria y derechos que no existen. No es casualidad, es el resultado de años donde se priorizó la ganancia de unos pocos y se pisoteó el esfuerzo de las mayorías. Y ahora, con este modelo de ajuste, recesión y entrega, la situación empeora día a día.

Desde el peronismo tenemos una obligación histórica: plantarnos frente a esta realidad y transformarla. Porque no hay proyecto de país serio si los pibes y las pibas son condenados a la informalidad, al rebusque eterno o a la angustia de no saber si van a llegar a fin de mes. No se construye un país con laburantes sin derechos, y mucho menos dejando a los jóvenes afuera.

Lo entendieron Perón y Evita cuando pusieron a la Justicia Social como columna vertebral de una Argentina digna. Y fue con ellos que nacieron los convenios colectivos, los salarios dignos y la protección del Estado ante los abusos del poder económico. Ellos fueron revolucionarios porque supieron incluir al que estaba afuera: A los cabecitas, a los trabajadores explotados, a los que no tenían voz ni derechos. El desafío hoy es el mismo, detectar quiénes son los nuevos descamisados del siglo XXI. Quizás los que mañana pongan las patas en la fuente sean los pibes y pibas que trabajan en aplicaciones, los monotributistas, los emprendedores que se la rebuscan para sobrevivir en una Argentina desigual.

Hoy las nuevas generaciones se rompen el lomo en empleos basura, pasantías truchas o trabajos en apps que los exprimen sin piedad. Los números lo dicen claro: seis de cada diez varones jóvenes y siete de cada diez mujeres jóvenes laburan en la informalidad, sin obra social, sin aportes, sin derechos. Así lo marca el último informe de la OIT y la CEPAL basado en datos del INDEC.

Esto no es un problema individual. Es sistémico. Y se agrava en un contexto donde los que gobiernan buscan legalizar aún más la precarización, el pluriempleo y la Argentina sin futuro. Frente a quienes piden “flexibilizar”, nosotros decimos que la única flexibilidad que vale es la que acerca a los pibes a un empleo estable y digno.

Hoy la bronca está. Odian a la política, y con razón. Porque mientras ellos pedalean 14 horas por día con una mochila al hombro, nadie les habla. Las pibas hacen uñas o estética en sus casas para rascar un mango más. Otros venden ropa, comida o contenido en Instagram o TikTok, se reinventan en redes sociales, se la rebuscan con creatividad, pero sin ninguna red de seguridad que los acompañe.

Hablarles a los jóvenes no es subir un reel de una recorrida con una canción trapera de fondo. No es un problema de comunicación. Es un problema político.

A todo eso hay que darle empuje, organización y derechos. Con decisión política.

El peronismo fue grande cuando tuvo la audacia de incluir al que estaba afuera, cuando no le tembló el pulso para discutir los temas incómodos. Y es precisamente esa audacia la que hoy nos está faltando. Porque sabemos que hablar de estas cosas puede incomodar a algunos, puede molestar a quienes también tienen responsabilidades en esta realidad que duele. Pero es necesario.

Es imprescindible volver a latir al ritmo de la realidad y al deseo profundo del pueblo argentino. Sin audacia, el peronismo se convierte en un recuerdo; con audacia, puede volver a ser esperanza.

Por eso, el peronismo tiene que animarse a poner sobre la mesa políticas concretas:

  • Un nuevo estatuto del trabajo joven que regule pasantías, primer empleo y laburo en plataformas, garantizando sueldos que cubran la canasta básica y derechos laborales plenos.
  • Educación técnica, formación laboral y economía del conocimiento relanzando escuelas de oficios ligadas a sectores estratégicos —energía, industria, tecnología— y ampliar el acceso de los jóvenes a la economía del conocimiento, con formación digital, programación, inteligencia artificial y nuevas tecnologías.

Así como alguna vez Perón impulsó las UTN, hoy necesitamos un Estado que impulse el desarrollo en áreas que generan empleo de calidad.

  • Economía popular y emprendedurismo joven: Ofrecer a los jóvenes cooperativas de trabajo con financiamiento real mediante fondos rotatorios, créditos no bancarizados y blandos, que les permitan armar su propio camino productivo sin caer en la usura. Fortalecer también los emprendimientos que nacen en las redes sociales, dándoles acceso a mercados, tecnología y acompañamiento.

Y ahí el Estado tiene que ser clave, no solo financiando, sino articulando la comercialización en circuitos público-privados que abran puertas y oportunidades.

  • Reforma impositiva inteligente sin afectar la macroeconomía, se pueden generar recursos genuinos poniendo una tasa a los servicios financieros o a las grandes construcciones inmobiliarias, sin tocar el bolsillo de la gente ni frenar el mercado interno.

La juventud no es solo futuro: Es presente. Y un peronismo fiel a sus banderas no puede mirar para otro lado mientras miles de pibes y pibas son rehenes de la precarización. La Argentina que queremos no se construye con discursos de autoayuda o meritocracia de cartón. Se construye con hechos. Con coraje político. Y recuperando la palabra, para volver a decir con claridad de qué lado estamos.

 

 

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